dijous, 26 de setembre del 2013

Príncipe.

Y me da igual el ‘qué dirán’, lo que se rumoree por ahí y lo que se piense la gente de mí, que cada uno se meta en su vida que creo que será lo mejor para todos, y la gente que no tenga vida propia pues que se la compre pero que no se meta en la mía, que me puedo volver a equivocar 384830 veces más, que volveré a tropezar mil veces con la misma piedra, que intentaré esquivar los problemas en vez de cogerlos de frente, que me caeré una y otra vez. Pero que la vida es así, que soy fuerte, me levantaré y con una sonrisa. No me hace falta nadie que aumente mis fallos, que critique mis defectos y que invente mi vida, necesito a alguien que cuando me haya caído y no tenga fuerzas para levantarme, me levante, que cuando la gente se burle de todo, se tape los ojos y me los tape a mí y que tiremos adelante, que esté en las buenas, en las malas y en las peores y que me dé un abrazo cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite. Que me seque las lágrimas cuando no pueda más, y me regale una sonrisa cuando yo le regale mis lágrimas.



8.

Que no hay monstruos en el armario, ni los reyes magos te vigilan para ver todo lo malo que haces. Sé que los malos son muy malos, y los buenos no son tan buenos. Créeme, que he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies, y la voz. Que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente. Que el mundo está plagado de personas agradables, y a la vez, de personas que no merecen ser llamadas personas. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo, ni para el pie derecho. Que los tacones a las cuatro de la mañana en una fiesta, ya no están en los pies. Que las medias se rompen muy fácilmente, y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas.
Y lo más importante, sé que de siete días a la semana, yo te quiero ocho.