dimecres, 9 de gener del 2013

Buenas noches, princesita. ♥

Hace un tiempo conocí a alguien, alguien que lo cambió todo. Se hace llamar Raquel, Raquel Morote, pequeño saltamontes o mono morado con el culo rojo. Ella fue mi punto y a parte, provocó un cambio positivo en mi. Hizo que una tarde oscura se convirtiera fácilmente en un mar de sonrisas y carcajadas.
Mediante nuestras estupideces, entablamos una relación amistosa, que ambas sabíamos que iba a ser duradera. La confianza entre nosotras apareció al instante y nos sentíamos complementadas la una con la otra. Sabía que Raquel iba a formar parte de mi vida, y que sería una pieza imprescindible en mi puzzle particular. Hace casi un año que empezó todo y ambas hemos pasado por malos momentos, pero la felicidad volvía cuando hablábamos y parecía que solo estuviéramos ella y yo en este maldito mundo. Nos unen muchas cosas, quizás demasiadas, y hasta hemos llegado al punto de llamarnos almas gemelas. No puedo decir que hablábamos cada día, ni mucho menos, pero cada vez que lo hacíamos era como la primera vez, en esos primeros tweets. Raquel es una chica lista, guapa y con sentido del humor. Se dedica a la arquitectura de sonrisas, es una profesional en decir tonterías y es capaz de inventarse una forma muy ququi de nombrarte con tan solo unos segundos. Es experta en decir te quieros de corazón y lo demuestra en cada palabra, cada frase y cada tweet que me manda. Es increíble. Tiene el pelo rizado, muy rizado como yo y su vida es el hip-hop. Sin a penas saberlo, ella ha sido mi única esperanza y la única persona a la que le he podido contar cualquier cosa sin miedo a ser juzgada.
Es una gran persona, pero me he olvidado de mencionar que no la he visto nunca. Nos separan muchos kilómetros y tenemos un mar de por medio (incordiando, como siempre). Nunca he podido abrazarla, ni decirle lo mucho que me importa cara a cara, pero aún así es mas importante que gente que tengo a mi alrededor diariamente. Es alguien de quien no puedo prescindir, me da fuerzas para avanzar y llegar hasta la meta. Ahora, puedo decir que hablo con ella cada día. Raquel me cuenta lo poco que le gusta ir al instituto y lo duro que le parece el bachillerato.
Raquel tiene un número, el 26, su 26. El chico de sus sueños le pinta sonrisas cada día desde hace 5 meses y estoy plenamente orgullosa de ello. Mi peque está ocupada, pero sé que lo está haciendo bien y que es el chico correcto para ella. Se lo merece mas que nadie y ella y yo lo sabemos.
Sabe que la quiero muchísimo, pero por si no se da cuenta de lo recuerdo cada noche con un; 

Buenas noches princesita,
Te quiero

Marta.


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