Pocas personas pueden sentir lo que yo siento cuando bailo. La magia fluye por mi cuerpo y simplemente me dejo llevar, dejo que mi cuerpo se mueva al ritmo de la música. La danza es para mi la entrada a la libertad, hace que me aleje de aquellas cosas que agobian, que duelen. Bailando, bailando con el corazón, sentir la música y transformar esos sentimientos en alegría, pasión y amor. Bailo por que es mi vida y puedo volar bailando. Ahora siento que la danza es parte de mi, es mi vida, esa fuerza que me hace levantarme cada mañana de la cama, lo que me hace mejorar cada día, pero sobretodo es mi pasión y lo será siempre porque ahora que he conocido la danza no la voy a dejar escapar. A menudo mis amigas me tratan de loca o obsesionada porque no hago nada mas que pensar en la danza pero es que es lo que me ha cambiado la vida. Bailar, una palabra, un sentimiento, mi movimiento, lo que me llena, lo que me eleva y me consuela, vivo por vivir, vivo para bailar, el baile, el mejor pañuelo de lagrimas, el mejor saco de boxeo, el mejor psicólogo y el mejor doctor. Sin el baile sería una completa loca, me llena y me levanta, me consuela y me entiende, sin fingir ser nadie, simplemente expresando libertad con tu cuerpo, con cada movimiento.
Y esos nervios que se pasan antes de una actuación, esas ansias de darlo todo y el miedo a que algo salga mal. Ya nada se puede controlar, cuando estas dentro de este mundo solo puedes ser feliz y sentirlo, sentir cada paso, cada movimiento de tu cuerpo. Es algo que solo los bailarines comprendemos.
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