divendres, 17 de maig del 2013

La letra pequeña de una declaración (entre paréntesis).

Tengo que confesarte que este no es el texto que tenía pensado escribirte, que me lo estoy sacando de la manga así como a ti no logro sacarte de la cabeza. Y es que me has llamado y yo te he dicho que estaba a punto de escribirte algo y tu me has enviado esta canción. Y de repente no existía fondo más perfecto para dejarme llevar, así que aquí me tienes, tumbada en la cama pensando en cunado estaba tumbada junto a ti. El otro texto, seguramente, se lo recite directamente a tus oídos. Y es que debes saber que no pienso cumplir ni tan solo uno de los puntos del contrato que firmamos. Pues lo único que serviría para firmar un contrato entre tu y yo sería hacerlo con los ojos cerrados y hoy no puedo dejar de mirarte, ya lo he intentado, créeme. Y no sirve de nada, ¿para que ponerle límites a lo que no está escrito? Por eso no escribo tu nombre, y no por otro motivo. Tu eres real, algo a lo que ya me había desacostumbrado, tu eres de carne y hueso, y versos, cuando es mi lengua la que recorre tu cuerpo. A ti no te quiero inmortalizar en unas cuantas palabras bonitas, a ti, te quiero matar pintándote sonrisas cada madrugada deseándote las buenas noches, los buenos días, las buenas tardes. Y es que, ¿para que ponerle una etiqueta a esto? Si no es que no tenga precio, es que por la parte que me toca, jamás intentaría venderlo. Me quedo contigo, tienes que saberlo, te guste o no. Y esta vez no habrá promesas, no habrá mañanas, no habrá absurdos contratos de silencio, dónde, como mucho, llegarían a colarse de puntillas nuestros miedos. Y ya me encargaría yo de asustarlos a ellos. Por ahora, tómate esto como la letra pequeña de la declaración entre paréntesis que nunca te escribiré, que jamás te grabaré. Esa si la he firmado unas cuantas veces, pero solo puedes escucharla tu, solo puedes entenderla tu.


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