dissabte, 12 d’octubre del 2013

Princesa.

-Buenos días princesa… -Dijo acariciándome la cara.
En aquel momento lo supe, era él, era la persona a la que estaba buscando desesperada, esa alma gemela que todo el mundo anhela. Apareció de repente y me cambió la vida como si de un terremoto se tratara. Me giré, y al otro lado de la cama le vi tumbado mirándome a los ojos. Nos quedamos mudos, simplemente mirándonos el uno al otro sin decir palabra, con la cabeza llena de pensamientos, mariposas en el estómago y sentimientos a flor de piel. Los dos podíamos comunicarnos con la mirada, era algo que solo él y yo entendíamos, algo mágico que solo ocurre con personas predestinadas. Y es que así nos sentíamos, perfectamente destinados a estar juntos, y si alguna cosa tenía clara era que el destino había hecho un buen trabajo; había encontrado a mi media naranja. 

Todos hemos soñado alguna vez con encontrar a nuestra mitad, a esa persona que nos complementa, aquella que no tan solo nos llame princesas sino que nos haga sentir como una de ellas, aquella que es capaz de hacernos reír en nuestros peores momentos, aquella persona que nos abrace por la espalda y nos susurre al oído el 'Te quiero' mas sincero que pudiéramos haber oído nunca. 
Pues yo la había encontrado, lo tenía ahí delante, mirándome fijamente con esa sonrisa tan suya que hace que me pierda, con ese pelo oscuro y esos ojos marrones que invaden mi atención. No podía parar de mirarle, era superior a mi. '¿Cómo puedo quererle tanto?''Es la persona más increíble que he conocido nunca, la que me frena, me para, me tranquiliza, la que me enseña que la vida es mucho más bonita si la afrontas sonriendo, la única capaz de aguantar mis tonterías y mis defectos,  la que me mantiene estable emocionalmente.' 'Te juro, pequeño, que eres lo mejor que tengo.' Sin sacarle los ojos de encima mi mente solo le daba las gracias al destino por traerme a la persona más especial, al único capaz de hacerme sentir lo que nunca nadie me había hecho sentir. El único capaz de llevarme a las nubes, de hacerme volar, el único capaz de hacer lo que sea solo para sacarme una sonrisa. Y es que hasta aquél momento, no había sentido esa magia que fluía entre nosotros, eso tan especial que nos unía y nos hacía querernos cada segundo un poco mas. Y aún con su mirada clavada en mis ojos, tumbados en esa cama de un lujoso hotel de París, entre las sábanas blancas, logré pronunciar lo que mi mente llevaba minutos diciendo. 
-Buenos días príncipe azul, solo quiero pedir un deseo... Despertarme contigo cada día de mi vida, poder despertarte con un beso, poder coger mi cámara y no parar de capturar instantes perfectos contigo. Solo pido eso. - Susurré. 
-Deseo cumplido, princesa. - Dijo mientras me arropaba con sus brazos y me daba un beso en la frente. 
Era él, el chico que tanto había deseado, por el que había luchado durante tanto y tanto tiempo. Era mi debilidad, la perfección en persona, mi medias tintas, mi razón. Estaba allí, conmigo, protegiéndome de cualquier mal, y es que con él no existían los problemas ni las confusiones. Con él se paraba el tiempo, y me daba igual parecer una estúpida si él estaba bien, tenía claro que sería capaz de cualquier cosa solo por verle sonreír. Mataría por el chico que me miraba fijamente tras esas sabanas blancas, y que sigue llamándome princesa cada madrugada. 




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